El dilema de la dieta

El dilema de la dieta

dilema dietaViendo lo que está pasando con los países de la periferia de la eurozona, pareciera ser que el error principal que se está cometiendo ahora es, como han dicho algunos expertos, tratar de poner a dieta al paciente moribundo, antes de operarlo.

Suena muy lógico y evidente el error, si lo pones así, porque parece un absurdo, el debilitar a una persona, poniéndola a régimen estricto, cuando lo más urgente parecía salvarla primero del mal que le aquejaba, y luego, si ya se recupera, hacerle que tome una vida más sana y orillarla a una dieta severa que le aleje de próximos peligros.

Sin embargo ¿cómo es posible que gente tan inteligente como los creadores de política monetaria en la Eurozona, cometen este error, al parecer, tan fundamental? Para empezar hay que recordar que el problema que tienen los países de la periferia de la eurozona, no comenzó con esta nueva “ola” de reestructuración de cuentas, sino que esta nueva pasión por la disciplina fiscal surge de la necesidad de tener deudas confiables para que les sigan prestando sus acreedores. Es decir, el problema no es que estén dejando de gastar desmesuradamente, sino que el mercado de deuda, quienes les prestan dinero a estos gobiernos, demandan presupuestos más austeros y controlables para poder seguirles prestando, presupuestos que vayan encaminados por lo menos a mantener manejables sus niveles de deuda y no galopando hacia un default o reestructuración de pagos.

Entonces ¿cuál fue el problema? ¿Cómo fue que se metieron en esta deuda? Durante la crisis subprime, el sistema financiero, sobre todo después del colapso de Lehman Bros, se quedó de buenas a primeras sin acceso al crédito para refinanciar sus operaciones, incluso, de corto plazo. Esto puso en riesgo de quebrar a la mayoría del banco, lo que hubiera detonado un efecto dominó haciendo que la quiebra de los primeros bancos más comprometidos en esta situación, generara la quiebra de los demás, y tras un numero interesante de bancos quebrando, el pánico del público general hubiera provocado la fuga del dinero de los pocos bancos que hubieran sobrevivido a estas condiciones.

Ante este escenario, los gobiernos de los países más expuestos (principalmente los más industrializados, que fueron los que también usaban instrumentos financieros más sofisticados y que provocaron esta gran caída, se vieron obligados a inyectar gran cantidad de dinero para evitar esta caída. Por decirlo de otra manera, el dinero que inyectaron estos gobiernos, suplió el sistema de crédito que tan holgadamente prestaba antes de esta debacle. Por tanto, pienso que no fue un error en su momento, la decisión de salvar a los bancos inyectando capital, pues en consecuencia salvaron los depósitos y ahorros de toda su población, que de otra manera, se hubieran evaporado en una secuencia catastrófica de quiebras bancarias.

El problema.

Portugal Irlanda Italia Grecia Spani (españa)

El problema en realidad de los países de la Unión Europea y otras economías desarrolladas como la de USA y el Reino Unido (por citar los casos más representativos) está en qué hicieron antes de esta crisis. Cuando los tiempos eran buenos y el dinero abundó, estos gobiernos fallaron en tener la ahora tan perseguida “disciplina fiscal”, es decir, en la abundancia, derrocharon, probablemente por ese querer lucirse más que el antecesor, (o que ellos mismos en el pasado) como método para granjearse a los votantes, impulsando proyectos a costas de crédito, es decir, estos gobiernos se endeudaron, viviendo por arriba de sus capacidades, lo que agotó su capacidad para endeudarse ahora que realmente lo necesitaban.

Es como si un taxista, se quejara hoy de que no puede reparar su coche, porque la tarjeta de su banco ya no le permite más crédito, y no tiene forma de hacer frente a una descompostura imprevista de su taxi.

El problema no está en que el taxista quiera hacer este pago con su tarjeta de crédito, el problema fue que cuando el dinero le corría bien, se excedió en sus gastos y consumió el crédito disponible que le ofrecía su tarjeta. El haber consumido su capacidad de endeudamiento cuando no era necesario lo ha puesto ahora en un predicamento difícil, pues a este gasto imprevisto que si debe hacer frente para seguir teniendo dinero nuevo ya no lo puede financiar.

Lo mismo que el taxista, estos gobiernos ahora enfrentan una ruda realidad, pero también dicho sea de paso sus acreedores, ahora estos tienen la disyuntiva de seguirles prestando a pesar de que parecen condenados a declararse en suspensión de pagos, (lo que para los inversionistas sería invertir más dinero al dinero perdido) o hacerse a la idea que deberán perder en esta ocasión y dejar de ponerle dinero bueno al malo.

Esto es lo que hace que el debate de la tan comentada, y oficialmente negada, restructuración de la deuda griega se mantenga por más de un mes sin amainar, muy a pesar de los creadores de política monetaria.

¡Que haya buena suerte y mejores trades!

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